La evolución de la Cirugía Plástica y cirujanos plasticos en Colombia se inicia desde antes de su existencia como nación, en la época precolombina. Las ideas médicas de la época fueron el resultado de una acumulación progresiva de observaciones, los primeros médicos debieron aparecer en el continente americano entre 1200 a 300 años A.C.
Los conocimientos que las culturas precolombinas hubiesen tenido en cuanto a prácticas quirúrgicas se refiere se han podido evidenciar de forma indirecta. Hay huellas en cuanto a que se conoció y practicó las momificación, se conocía algo de anatomía ya que se practicaban una serie de mutilaciones rituales, se conocieron y se clasificaron algunas enfermedades, de las cuales los cronistas han detallado algunas. Bernardino de Sahagún relata como los ancianos hablaban a las mujeres recién paridas, aconsejándoles decían: “Esforzaos y tened cuidado con vuestra salud, no caigáis en enfermedad por vuestra culpa, mirad que las madres mal avisadas matan a sus hijos cuando maman; si no les quitan la teta con tiento, suélense agujerear el paladar y mueren”. Esta cita es la descripción más antigua de una anomalía palatina presente en el continente americano.
Respecto al manejo de las heridas Aguado anota: ” las heridas las lavan con agua tibia, y con ponerles las manos encima le dan bastante cura, y si la herida está en la cabeza, lávensela con agua y átenle los cabellos de una parte y otra de la herida unos a otros en lugar de puntos, y sin más beneficios de lavarle cada día sana muchos”
Todos estos avances quirúrgicos iban paralelos a los avances de la anestesia y la asepsia; al parecer la anestesia la lograban mediante la ingestión de chicha, coca, yage y algunas otras plantas alucinógenas. No hay evidencia pero sí presunción del uso de la coca como anestésico local. Utilizaban el TUMI, cuchillo de extremidad semi circular, fabricado en oro, cobre, obsidiana y aún en plata, practicando incisiones y disecciones múltiples y aún trepanaciones. Por otra parte existía la costumbre de limpiar y purificar el ambiente por medio de vapores de maíz en cocción.
No se puede dejar de mencionar como dato importante las deformaciones craneales. Estas las realizaban mediante compresión progresiva de la bóveda craneana con dos tablillas durante la infancia. De esta costumbre se encontraron huellas en las tribus GUANE, PANCHE, PIJAO, TUMACO, MOTILON y QUIMBAYA. Abundan más testimonios gráficos de esto dentro de la cerámica Tumaco proporcionando importante conocimiento sobre la patología de las enfermedades llamadas Craneosinostosis en los niños de hoy en día. También cabe anotar que se encontraron deformaciones dentarias con fines rituales estéticos dentro de las culturas QUIMBAYA y PIJAO. Con la llegada de Cristóbal Colón hay un encuentro de dos culturas. La tripulación carecía de médicos como tales ya que la Cirugía era considerada un oficio. Su categoría social era inferior a la da la medicina. Sin embargo, en esta expedición, con la presencia de un cirujano plastico en cada embarcación. Fueron, como menciona la historia, el Maestre Juan Sánchez en la Santa María, el Maestre Alonso en la Niña y finalmente el Maestre Diego en la Pinta. Este último ostentaba también el título de Boticario. Sin embargo no hay que olvidar que era considerado un oficio denigrante asociado al retraso científico que condicionó la historia de España hacen que las referencias en cuanto a la Cirugía Plástica, específicamente estén estrechamente ligadas a la lenta evolución de la Cirugía en la América recientemente descubierta. Se encuentran nuevamente referencias sobre la Cirugía Plástica al finalizar el siglo XIX con el Dr. Antonio Vargas Reyes quien describe cirugías correctoras de labio y paladar hendido y en 1847 practica la primera resección de un maxilar superior. Dicho procedimiento fue descrito 18 años más tarde por José Vicente Maldonado en Medellín. En los escritos de Pedro M. Ibañez se menciona como en 1879 los Dres. David Herrera y José V. Uribe hace la primera resección de mandíbula de acuerdo a técnica ideada y descrita por el profesor Broca en 1842 y se realiza además la primera transfusión de “sangre venosa viva” en nuestro país. Por aquella misma época el Dr. Manuel Plata Azufro introdujo en la práctica de la cirugía de los miembros la banda de D´Ers – March reemplazando así los torniquetes utilizados hasta entonces.
Para la época de 1922 el Dr. Primitivo Iglesias realiza en Cali la primera corrección de labio hendido con técnica de Veau. Yesid Trebert Orozco, médico santandereano especializado en Cirugía General y Ginecoobstetricia se había graduado en Berlín, especializándose en los servicios de Joseph y Biesemberger. Así practicó las primeras mamoplastias tanto par ptosis como para hipertrofia al igual que abdominoplastias y ritidoplastias.
Se destacó, también, hacia 1928 el Dr. Arcadio Forero quien regresa del servicio del Dr. Joseph en Berlín y quien en 1929 publica un libro sobre nariz. Por su parte la cirugía continua siendo estimulada por el Dr. Pompilio Martínez en Bogotá y el Dr. Montoya y Flórez en Medellín.
Otro personaje a destacar en la historia de la Cirugía Plástica es el Dr. Guillermo Nieto Cano quien llega de Inglaterra de trabajar en el servicio de Sir Harold Gillies y en 1947 funda el primer servicio de Cirugía Plástica en el país en el Hospital de la Samaritana. Hacia 1948 funda el del Hospital Militar de San Cristóbal y en 1951 se traslada y organiza el servicio del Hospital San Juan de Dios.
En 1954, el Dr. León Hernández hace lo propio en Medellín en el hospital de San Vicente de Paul con la colaboración del Dr. Alvaro Londoño. En ese mismo año el Dr. Bension Goldemberg inicia el servicio de la Universidad del Valle y el Dr. Hernando Castro Romero el del Hospital Infantil Lorencita Villegas de Santos.
Son estos prohombres los que forman los cimientos para la creación de los actuales programas de entrenamiento en Cirugía Plástica en el territorio colombiano y así mismo la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva.
En su infancia, el doctor Felipe Coiffman descubrió su talento innato para hacer manualidades: dibujaba, pintaba al óleo y moldeaba esculturas en barro y yeso. Sus habilidades lo convirtieron en el padre de la cirugía plástica y estética en Colombia. Han pasado 63 años desde que comenzó a usar la bata blanca un gran cirujano plástico.
Coiffman, de 87 años, es pionero en hacer trasplantes de cuero cabelludo para combatir la calvicie (1960), importó el primer láser para hacer cirugías y realizó el primer cambio de sexo en Colombia (1958). Recuerda que tuvo algunos problemas legales porque amputar genitales es un delito penal. “Era una paciente que había nacido mujer. Los médicos en esa época no tenían una idea clara del transexualismo. Entonces le recomendaron que se casara y así se le quitaría la ‘chifladura’”.
Estudió medicina porque para la cultura judía era una de las profesiones más respetadas, todo un honor. Coiffman también es un artista y conocedor del arte. Ha pintado más de cien cuadros al óleo que decoran su casa y los pasillos de la Fundación Santa Fe. Entre los más recientes están un autorretrato, una mujer desnuda con las uñas de los pies pintadas de rojo y dos perros que se miran fijamente, obra que bautizó con un recorte de revista que dice: “Amor a primera vista”.
Coiffman ha sido el médico de presidentes, políticos y de sus propios colegas. Su profesionalismo lo acercó al poder. En su casa tiene una pared con fotografías junto a varios presidentes de Colombia y una tarjeta de la Casa Blanca por su cumpleaños número 80. Cree que la recibió porque la primera edición de su libro sobre cirugía plástica, con el que se estudia la especialidad en gran parte de América, está en la biblioteca del congreso de Estados Unidos, una de las más importantes y grandes del mundo.
El médico llegó a Colombia en la década de los años treinta. Su papá, comerciante de profesión, emigró de Rumania cuando inició el movimiento antisemita en Europa. Luego de vivir durante dos años en el país sin su familia, les envió los pasajes de avión para comenzar una nueva vida. Coiffman no tenía más de seis años.
Hizo la primaria en escuelas públicas y el bachillerato en un colegio del Líbano (Tolima). En Bogotá se hizo médico en las aulas de la Universidad Nacional. Fue un alumno destacado en la clase de dibujo anatómico porque era muy bueno a la hora de pintar los huesos del cuerpo y el cráneo. Durante la carrera tuvo el segundo mejor promedio, el primero solo lo superaba por cuatro centésimas.
En Armero (Tolima) hizo el rural y luego viajó a Estados Unidos para hacer un fellowship de cirugía en el Hospital Mount Sinai de Nueva York y al servicio del doctor Arthur Barsky, uno de los primeros cirujanos plásticos, quien trató a los niños vietnamitas víctimas de la guerra en su país y a las víctimas del bombardeo en Hiroshima.
Al lado del doctor Coiffman es posible repasar la historia de la cirugía plástica en Colombia. Comenta que cuando regresó de hacer su especialización en Estados Unidos, se encontró con que en Colombia la especialidad de cirugía plástica no estaba organizada. Fue así como él y otros doce médicos fundaron la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva. Dice con orgullo que es el único miembro fundador con vida.
En los años cincuenta se hicieron los primeros procedimientos estéticos en el país. Fue una época difícil porque cuando una mujer era hospitalizada para aumentarse el tamaño de sus senos o practicarse una liposucción las monjas le decían: “Usted se va a morir en la cirugía por vanidosa porque eso es pecado”.
“Las pobres mujeres sufrían, pero después el Papa Pio XII le dio un espaldarazo a la cirugía estética porque en un congreso médico internacional en Roma dijo: ‘Si el cuerpo es receptáculo del alma es correcto que el cuerpo trate de ser tan perfecto como el alma misma’”, cuenta Coiffman. Todo eso generó un cambio significativo en las religiosas.
En los años cincuenta, las mujeres que se hicieron cirugías plásticas en el país eran obligatoriamente adineradas: debían pagar los honorarios al cirujano plastico y la clínica. Los procedimientos que tuvieron más acogida fueron, además de las reconstructivas, aquellos para mitigar las arrugas, mejorar la apariencia de la nariz y el aumento de senos. Los primero lugares que ofrecieron el servicio de cirugía plástica en Colombia fueron el Hospital de La Samaritana, Hospital de San José y el desaparecido San Juan de Dios.
Según Coiffman, el boom de la cirugía plástica llegó con la aparición de los grandes narcotraficantes. Dice con sarcasmo: “Los narcotraficantes han sido en cuanto a la cirugía estética una bendición porque se consiguen noviecitas que quieren operarse de esto y de lo otro. Por ejemplo, cuando pusieron preso a Pastor Perafán, uno de los grandes narcotraficantes que se llevaron para Estados Unidos, fue un perjuicio económico. Dejó de mandarme a sus ‘amiguitas’ para operarles los senos, la nariz, la barriguita o les inyectara grasa en las nalgas. Ellos fueron un empuje enorme”.
Hace meses dejó de operar, considera que es una decisión responsable por su edad. Sin embargo, hace consulta dos veces a la semana para quienes buscan una tercera opinión. El resto de días permaneces en su casa, donde escribe la cuarta edición de su libro sobre cirugía plástica y estética.
Es viudo y padre de tres hijos –ninguno médico y esto lo frustra– que viven en Miami (Estados Unidos) y tienen como profesiones relacionista pública, ingeniero civil y psicóloga. Allí viaja periódicamente. Es feliz en Colombia, no quiere irse del país y dice con burla: “En Colombia me encanta el papel del profesor Coiffman mientras que en Estados Unidos no soy nadie, puedo ser un narco colombiano mientras que no se me demuestre lo contrario”.